Apartaos de Correos!

Me siento...literalmente... en un bar del puerto de Vigo un poco poeta maldito y con ganas de hacer una oda al mar de fondo... pero al final pienso que ya soy un poco extraño en esta ciudad que apenas piso desde hace años... y me chimpo el cafelito y me pongo a mandar unas cuantas postales como se hacía ántes cuando uno hacía turismo por el mundo adelante.

Ha sido ver el "Independence of the Seas" y caer en la cuenta del cabezón que debía tener servidor de pequeño. Peazo buque.


lo del digeridoo no lo acabamos de…ejem…digerir demasiado bien.
Hace falta tener mucho diafragma para mantener semejante flujos de aire bien interruptus. Ole sus…ejem…ovus...y una monedita para él.
Man regalao una batería de tres piezas.
No sabía dónde ponerla así que al final he pensado que qué sitio mejor para una batería que… la cocina.
A partir de ahora cocinaremos a ritmo de tan tan. Abajo el pil pil: viva el tan tan. Espero cojer al vecindario confesao.


Si le quedaba a alguien alguna duda de que soy un tipo duro y -un poquito solamente- metrosexual, dejenmé que les muestre los andamios que me anclan a esta tierra. ¿El caballo? Al fondo, a la derecha.

Estoy un poquito sordo del lado derecho por culpa de un catarro mal curado: se me escapan los agudos. Es una suerte, no se crean: hay mucho agudo por ahí...
Este …handicap…tipo Van Gogh... me hace sentir muy artista y muy ....girasol.... y de vez en cuando me autorretrato en silencio para regocijo de mi autosuficiencia.

Angelitos negros en una pared cualquiera.
¿Qué perverso artista de la calle se esconde tras esta obra maestra del minimalismo grafitero? ¿Micro Machín?

Santos por un tubo en este escaparate para el santurrón más recalcitrante: reliquias, iconos, figurillas, hay de todo, como en una botica celestial. Amén.


Una chalé abandonado en Sabarís. Pero diosanto, ¿qué imbécil abandona un chalé?

Esa puerta del infiernoooo.....!



pónganles el cinturón de seguridad.


Iba a beber de este vaso pero al final no lo hice porque ya había bebido ántes y soy muy escrupuloso y nunca bebo de dónde haya bebido alguien ántes.

“Hay chicas que viven en torres donde no hay escaleras”. ¿Vivirá aquí una de esas?.


PD: La comida es muy buena.
Oda a Un Amigo

No hace mucho un buen amigo, sabedor de las grandes cualidades de servidor como juglar de infantes y princesas me pidió por favor que le compusiera una oda en mis ratos libres como muestra de admiración.
Es cierto que es un muy buen amigo, de grado 8: uno de esos que, según un baremo personal que aplico y siempre me funciona basado en la escala sísmica Richter, pase lo que pase siempre consigue que el cielo no se derrumbe sobre tu cabeza, -ya saben, ese miedo ancestral que tenemos todos los galos desde los tiempos de...ejem...Asterix-, y que cualquier problema que te atosigue parezca una tierna pompa de jabón explotando alegremente sobre tu mar de dudas.
Pero no por ello la petición de mi amigo no ha dejado de sorprenderme y hasta de parecerme un poco impertinente.
Porque, veamos, se supone que una oda la compone uno como homenaje o exaltación de la figura de un un tercero, del tipo dioses o atletas, o de conceptos abstractos como el... ejem... amor. Es un acto reverencial.
Por eso no me parece muy normal que este acto fervoroso, que sólo puede salir bien desde la sinceridad y el... aplomo...se deba hacer por encargo y mucho menos si el que lo encarga es el propio...exaltado.
Mi amigo podría ser una figura a ensalzar si no le cantaran tanto los pinreles o no fuera tan inoportuno y desde luego que tiene poco de dios y de atleta sólo el pié-como servidor- , por lo que este encargo personal me resulta doblemente embarazoso y no sé, sinceramente, como expresar mi admiración hacia él en estrofas monodias o corales bajo la forma de un poema sin caer en el sonrojamiento.
Y no porque no lo admire suficientemente, que no es el caso, sino porque más bien creo que, una vez más, no están los tiempos para la lírica y me perdone mi amigo si le falto, pero para hacerle una oda a alguien hay que estar muy exaltado y un poquito fuera de si y ya saben que servidor sólo está en trance cuando medita en la pista de dance.
Bueno, el caso es que, finalmente, regañando con los dientes, he aceptado; me animó un poco el hecho de que mi amigo haya puesto a una intérprete lírica a mi entera disposición, para que toque la lira mientras declamo. No se preocupen: mis comentaristas tendrán un pase vip para la rentré.
"No se dice rentré OjOVo", seguro que me correjirán ustedes. Ya lo sé, pero tampoco se dice premiere y como el dato lo desconozco pués me quedo con rentré que queda más chic e infinítamente más vip.
Pero como en el fondo no me apetecía nada hacerle la oda he decidido solucionarlo por la vía rápida robándole un chascarrillo al bueno de Santiago Auserón, ya que estoy seguro que mi amigo no sabrá distinguir una oda de un chascarrillo y ni se dará cuenta. Espero que aprueben esta muestra de bajeza moral con su siempre ponderado criterio y buen gusto. Muchas gracias.
Dice asín:
"Yo sólo quiero aprender de ti, algo que pronto se pueda ovidar pues algún día lo voy a contar muy lejos de aqui, sí, a otro amigo desconocido aún"
Firmado: OjOvo.
PD: Y si no le gusta, que se joda.
Cuánto vale un peine?

Como buen hijo de Buda que soy practico la meditación. Y además de meditar contínuamente sobre "cómo he llegado con los años a convertirme en semejante hijo de Buda", a veces, no demasiadas, consigo dejar mi mente en blanco. Seguro que más de un ...amo.... de su casa se preguntará al leer esto cuál es mi secreto definitivo de blancura para aplicárlo inmediatamente a esas manchas de sus camisitas rosas que no salen ni poniéndole velas a San Skip.
Les cuento, muy fácil: despejando la mente y vaciándola de pensamientos vacuos. A servidor le ayuda el hecho de poseer cuasi de fábrica una...ejem...mente...despejada, pero no se crean, con un poco de entrenamiento cualquiera puede perder el pelo de tanto dejar de pensar. En mi caso este punto fue el que, el otro día, alcancé de pronto en el medio de una meditación trascendental.
Y me pregunté: ¿porqué la gente ya no se peina? ¿Se siguen fabricando peines, además de para las señoras? Quiero decir, ¿es que nos hemos hecho los hombres tan proamericanos que ya no necesitamos peine? ¿Quien coño -y me perdonen esta breve agitación de las ondas alfa- se peina hoy en día?

¿qué costará hoy en día -en plena era internet, ya saben-, un -y me perdonarán otra vez esta nueva sacudida de ondas beta- puto peine?
¿Cuánto valían ántes...20 pesetas? ¡Pero si ya no quedan ni peluquerías unisex! ¿Qué ha ocurrido? Y lo que es peor: ¿a dónde va a parar esta civilización sin peines?
Recuerdo que hace años los hombres llevaban un peine en el bolsillo de atrás, con la carterita y el pañuelo, y se aprovechaba cualquier superficie reflectante como espejo improvisado en el que atusar los cabellos con unas pasadas de peine a modo de guadaña, que dejaban nuestras greñas listas para ser mesadas.
Ay, que tiempos. El peinecito de plástico de color marfíl, que perdíamos contínuamente en algún lavabo de un bar o en el cine o en la obra (porque los del opus eran los que más se peinaban).
Como decía, las mujeres son las únicas que se siguen peinando y lo serán hasta...el fín de esta civilización. Pero se agradece, sobre todo que se peinen las señoras y si son mayores pués, mucho mejor. Porque ellas sí que saben hacerlo. Exhiben orgullosas sus tocados de tres pisos y azotea con vistas. Esos cardados que se ondulan y ondulan y se elevan y retuercen en arabescos imposibles, desafiándo leyes físicas y...ejem..estéticas. Y las más mayores, con sus peinados coloristas en azules, verdes, morados...Siempre prestas al retoque, al último perfíl, al acolchamiento breve pero efectivo de algún ricito de loro. Y cómo se transforman las mujeres con sus peinados, que hasta parecen loritos con sus plumitas recien lavadas y secaditas al sol.


Y los segundos porque cuando, allá por los años 90 inventaron lo de la suciedad y el aliño desaliñao estaban anticipando el hecho que ahora estoy lamentando en este post cercano al Nirvana: la greña era bella. Una pena.
Servidor sigue llevando peine a moso testimonial (no por nada, sino porque me he hecho un poco grunge), uno muy pequeño que usaba mi abuelo y que mi padre me entregó llenito caspa el día que descubrió que empezaba a quedarse calvorota. Lo guardo como oro en pañuelo, al lado de la carterita. Tiene un enorme valor para mí pero he olvidado lo que cuesta.
Si lo saben, díganmeló por favor.
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