Dj Terapia


Hace unos días, viniendo a toda leche en coche por la autopista para llegar a tiempo de ver por la tele el sorteo del cuponazo, oí una cuña en la radio anunciando la apertura del plazo de inscripción para unos talleres de Hortalizoterapia, una nueva…disciplina…que pretende que el ser humano recupere su equilibrio interior y la armonía perdida con la Naturaleza a través de la interacción hortícola.

Tuve que desviarme inmediatamente a un área de servicio a pimplarme unos cuántos cointreauses
porque el ataque de risa que me entró casi me hizo perder el control de los mandos de mi flamante Masserati. ¿No es el mundo al revés? En vez de vivir una vida natural y como dios manda, recurrimos a terapias naturales para poder enfrentarnos así con más naturalidad a nuestra existencia artificial. ¿Estamos o no estamos rayados? ¿Me he explicado bien?

"Perfectamente, OjOVo", dirán ustedes. Bueno, pués que dios les conserve el entendimiento...

No quiero desglosar aquí la lista de aplicaciones de pepino y calabacín en el cuerpo del creador del curso que se me ocurrieron en ese instante, porque sin duda pecaría de procacidad, así que voy a hablarles de otra terapia tanto o más peregrina que esta y que estoy seguro de que, a poco que se esfuercen en su...ejem...peregrinación...cambiará su vida para mejor. Me la sugirió un conocido, célebre ya por sus ideas peregrinas: la dineroterapia.

Si, han oído bien porque, ¿hay acaso algo que nos ayude a recuperar mejor esa armonía natural perdida en la crítica cotidianeidad que el contacto crudo y descarnado con un fajo de billetes?

Pues en eso se basa la propuesta de mi amigo,al que llamaré Tiberius para preservar su anonimato, y su ejecución se desarrolla en unas sesiones en las que los participantes, sentados en círculo en deposición de Oso (yogui), untados de jena hasta las cejas y arropados tan sólo con unos… mantras…, se van pasando billetes de 500 euros de monopoly de mano en mano, suaaaaavemente, bajo la supervisión de un gurú y con música hindú de culto como fondo musical. ¿Apetecible no?

Ni que decir tiene que al final de las sesiónes se llega cuando el círculo se completa y el fajo de billetes pasa a manos del gurú, que introduce su cabeza por un aro de fuego al grito de "el dinero no da la felicidad (mamones)!" y desaparece de entre los vivos entre vítores o vitorias. El caso es entretenerse los unos a los otros.

Está claro que la jeta inmensa no tiene fronteras. Ni memoria. Espero que al menos esta gente se haga donante alguna vez...

Me estoy pensando muy mucho agenciarme una barba postiza, un turbante y unas sandalias de dedo y hacerme monitor de dicha modalidad a marchas forzadas en algún cursillo no presencial del inem. Le llamaré "Taller de Dineroterapia de OjOVo".

Y es que uno no puede estar toda la vida esperando que le toquen los ciegos o el sueldo vitalicio de Nescafé... o una semanita en un paraíso fiscal. Y como de robar no está bien y de atracar mucho menos pués ¿qué le queda a uno? De engañar con mala fé. Mejor eso que estar en la calle de pidiendo o teniendo que hacer de dj en una macrodiscoteca todo un verano ¿no?